EN EL CAMINO DE LA VIDA se enfrentan unos simples mortales al capricho de los dioses.
¿Cómo vencerán las adversidades del viaje?
La pregunta la respondo yo.
Y descubro nuestras armas:
El aura azul, de Estela.
La dulzura, de Marta.
La fuerza, de Javier.
La poesía y el retruécano alegre, de José Manuel.
La vitalidad, de Tere madre.
La gracia, de Tere hija.
La nobleza y la elegancia, de Mamen.
La clase y distinción, de Marisa.
La pasión, de Fernando.
La delicadeza, de Mari Carmen.
La alegría, de Asma.
Pardiez, cuánto caminamos juntos, camaradas de armas.
Comerciando con gusanos de seda desde Francia a Japón;
encerrados en cárceles frías y húmedas de Sudamérica.
Vivido el absurdo de Vladimir y Estragón,
que seamos sinceros, a veces fue nuestro diálogo.
Espiado los secretos más íntimos de los vecinos de aquella Madame, Bovary.
Temiendo a las cucarachas o en la cresta de las olas.
También con el lobo en Nueva York.
Sin olvidar lo más vívido:
la vida en el hospital, la emotividad de la adopción, el futuro, de San Malaquías al reino de Kefá, y los maravillosos monstruos del cirkus.
Qué experiencias.
Cuánto aprendido, y más aún, disfrutado.
Qué odisea, sin llegar todavía a Ítaca, afortunadamente.
Sabiendo que aún nos restan por vivir muchos encuentros con cíclopes y sirenas,
y que en este camino viajamos con los más valientes héroes y sus virtudes.
¿Cómo vencerán las adversidades del viaje?
La pregunta la respondo yo.
Y descubro nuestras armas:
El aura azul, de Estela.
La dulzura, de Marta.
La fuerza, de Javier.
La poesía y el retruécano alegre, de José Manuel.
La vitalidad, de Tere madre.
La gracia, de Tere hija.
La nobleza y la elegancia, de Mamen.
La clase y distinción, de Marisa.
La pasión, de Fernando.
La delicadeza, de Mari Carmen.
La alegría, de Asma.
Pardiez, cuánto caminamos juntos, camaradas de armas.
Comerciando con gusanos de seda desde Francia a Japón;
encerrados en cárceles frías y húmedas de Sudamérica.
Vivido el absurdo de Vladimir y Estragón,
que seamos sinceros, a veces fue nuestro diálogo.
Espiado los secretos más íntimos de los vecinos de aquella Madame, Bovary.
Temiendo a las cucarachas o en la cresta de las olas.
También con el lobo en Nueva York.
Sin olvidar lo más vívido:
la vida en el hospital, la emotividad de la adopción, el futuro, de San Malaquías al reino de Kefá, y los maravillosos monstruos del cirkus.
Qué experiencias.
Cuánto aprendido, y más aún, disfrutado.
Qué odisea, sin llegar todavía a Ítaca, afortunadamente.
Sabiendo que aún nos restan por vivir muchos encuentros con cíclopes y sirenas,
y que en este camino viajamos con los más valientes héroes y sus virtudes.